ESTAMOS TRABAJANDO EN EL COLEGIO EN CUENTO DE LA TORTUGA PARA MEJORAR LA CAPACIDAD DE AUTOCONTROL Y RELAJACIÓN DE LOS CHICOS. CONSISTE EN QUE LOS NIÑOS IDENTIFIQUEN EMOCIONES COMO LA IRA, SE RECOJAN COMO UNA TORTUGA EN EL CAPARAZÓN Y PIENSEN UNA SOLUCIÓN BUENA.
SERÍA GENIAL SI EN CASA CONTARÁIS EL CUENTO Y ENSAYARÁIS A DECIRLE TORTUGA Y QUE LOS CHICOS SE ESCONDIERAN EN SU CAPARAZÓN.
FUENTE: http://www.orientacionandujar.es/
LA TORTUGA
“Antiguamente había una hermosa
y joven tortuga, tenía 4 años y acababa de empezar el colegio. Su nombre era
Pequeña Tortuga. A ella no le gustaba mucho ir al cole, prefería estar en casa
con su hermano menor y con su madre. No le gustaba aprender cosas en el
colegio, ella quería correr, jugar,... era demasiado difícil y pesado hacer las
fichas y copiar de la pizarra, o participar en algunas de las actividades. No
le gustaba escuchar al profesor, era mucho más divertido hacer ruidos de
motores de coches que algunas de las cosas que el/la profesor/a contaba, y
nunca recordaba que no los tenía que hacer. A ella lo que le gustaba era ir
enredando con los demás niños, meterse con ellos, gastar bromas. Así que el
colegio para ella era un poco duro.
Cada día en el camino hacia el colegio se decía a
sí misma que lo haría lo mejor posible para no meterse en líos. Pero a pesar de
esto, era fácil que algo o alguien la descontrolara, y al final siempre acababa
enfadada, o se peleaba o le castigaban. “Siempre metida en líos”
pensaba “como esto siga así voy a odiar el colegio y a todos”
y la Tortuga
lo pasaba muy pero que muy mal. Un día de los que peor se sentía, encontró a la
más grande y vieja tortuga que ella hubiera podido imaginar. Era una vieja
tortuga que tenía más de trescientos años y era tan grande como una montaña. La Pequeña Tortuga le hablaba con una vocecita tímida porque estaba
algo asustada de la enorme tortuga. Pero la vieja tortuga era tan amable como
grande y estaba muy dispuesta a ayudarla “¡Oye! ¡Aquí!”
dijo con su potente voz, “Te contaré un secreto ¿Tú no te das cuenta que la
solución a todos tus problemas la llevas encima de ti?” La Pequeña Tortuga no sabía de lo que estaba hablando “¡tu
caparazón” ¡tu caparazón!”
le gritaba “¿para qué tienes tu concha? Tú te puedes esconder
en tu concha siempre que tengas sentimientos de rabia, de ira, siempre que
tengas ganas de romper cosas, de gritar, de pegar... Cuando estés en tu concha
puedes descansar un momento, hasta que no te sientas tan enfadada. Así la
próxima vez que te enfades, ¡métete en tu concha! A la Pequeña Tortuga le gustó la idea y estaba muy contenta de intentar
este nuevo secreto en la escuela.
Al
día siguiente lo puso en práctica. De repente un/a niño/a que estaba delante de
ella accidentalmente le dio un golpe en la espalda. Empezó a sentirse enfadada
y estuvo a punto de perder sus nervios y devolverle el golpe, cuando de pronto
recordó lo que la vieja tortuga le había dicho. Se sujetó los brazos, las
piernas y cabeza, tan rápido como un rayo, y se mantuvo quieta hasta que se le
pasó el enfado. Le gustó mucho lo bien que estaba en su concha donde nadie le
podía molestar. Cuando salió, se sorprendió de encontrarse a su profesora
sonriéndole, contenta y orgullosa de ella. Continuó usando su secreto el resto
del año. Lo utilizaba siempre que algo o alguien le molestaba, y también cuando
ella quería pegar o discutir con alguien. Cuando logró actuar de esta forma tan
diferente, se sintió muy contenta en clase, todo el mundo la admiraba y quería
saber cuál era su mágico secreto”
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